Gobiernos locales, actores globales.

Teresa Ribera fue Secretaria de Estado de Cambio Climático y es una de las voces más autorizadas en el ámbito del Medio Ambiente. En la actualidad dirige en París el Instituto para el Desarrollo Sostenible. Es una de las ponentes de la 'Jornada de Economía Circular: El Compromiso de las Ciudades', e intervendrá el 15 de marzo a las 12:30 con la ponencia 'Economía Circular, lucha contra el Camblio Climático y la Nueva Agenda Urbana'.

Como previo a esa intervención, Teresa Ribera ha publicado en Carta Local este artículo que ahora reproducimos aquí:

Gobiernos locales, actores globales.

Teresa Ribera, Directora del Instituto para el Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI) de París.

Teresa Ribera, Directora del Instituto para el Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI) de París.

 

Ya no basta reforzar el enfoque ambiental en la revisión de políticas; podemos emplear el ámbito local como el “laboratorio” para la sostenibilidad, para involucrar a los distintos actores públicos y privados no sólo en el proceso de toma de decisión sino también en la aplicación de políticas y en su evaluación.

"Los gobiernos locales se han convertido en actores globales. Ya nadie duda del protagonismo de las ciudades en una transformación del modelo económico y de desarrollo que resulta imprescindible si queremos un siglo XXI próspero e inclusivo. Pero, ¿cómo podemos asegurar el éxito de un modelo de desarrollo sostenible en un planeta urbanizado?

En 2015, se aprobó oficialmente un viraje complejo. Fue un año de éxito para la sostenibilidad global, marcando un rumbo distinto hacia 2030, basado en la consecución de los 17 objetivos de desarrollo sostenible, la lucha contra el cambio climático y la coherencia de flujos financieros e inversiones con la sostenibilidad.

2016 ha sido un año lleno de contradicciones; con buenas noticias y algunas alarmas. Un año que nos muestra las oportunidades y los grandes desafíos de ese cambio de modelo. Es también el año en el que Habitat III nos deja como legado una “Nueva Agenda Urbana”, reconociendo la inmensa capacidad constructiva de las ciudades en este empeño.

Sin embargo, Habitat III se quedó corto en dos aspectos fundamentales que requieren ser completados rápidamente: no logró “declinar” las agendas de 2015 a nivel local y no consiguió aportar directrices claras que permitan guiar la “localización” de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS en adelante) en la acción local.

Hay, por tanto, una clarísima oportunidad de desarrollar una iniciativa “Local 2030” con una vocación transformadora sistémica, con un fuerte apoyo político y una lectura coherente con el elevado nivel de interdependencia entre los distintos actores. Si la Agenda 21 sirvió para acercar la Cumbre de la Tierra a la acción local, la Agenda 2030 debe ser el acicate para construir sobre las enseñanzas de aquella aventura.  Ya no basta reforzar el enfoque ambiental en la revisión de políticas; podemos emplear el ámbito local como el “laboratorio” para la sostenibilidad, para involucrar a los distintos actores públicos y privados no sólo en el proceso de toma de decisión sino también en la aplicación de políticas y en su evaluación, reforzando la coherencia de actuaciones y su complementariedad. 

Hace 20 años fallamos en la construcción de las alianzas; la Agenda 21 fue percibida como agenda exclusiva de las ciudades, a modo de oposición a la agenda de los gobiernos estatales. Tampoco supimos incorporar a las empresas, las organizaciones sociales y a los ciudadanos en el momento de llevar a la práctica las conclusiones y propuestas que habíamos construido entre todos. Esto no nos lo podemos volver a permitir. La Agenda 2030 debe ser utilizada como mecanismo para construir en las ciudades más allá de ellas mismas, para actuar globalmente al diseñar políticas locales, para facilitar alianzas con los distintos niveles de gobierno y los actores sociales, para impulsar una prosperidad justa de la que todos se sientan protagonistas y actores.

Surgen en este contexto dos ideas clave en las que las ciudades pueden destacar, dejando su firma como grandes catalizadores del cambio. Por un lado, las alianzas para la sostenibilidad, referentes centrales parel ODS17: quién mejor que las ciudades para impulsar un mallado congruente, que permita ganar confianza en nuestra capacidad de cambio (para bien) sin dejar a nadie atrás. Por otro lado, un principio clave para la acción: el impulso de una economía circular, única compatible con los límites planetarios si queremos asegurar el progreso de todos; producción y consumo responsables como vector de innovación y empleo; minoración de impactos ambientales y maximización de los socialmente positivos;  cambio en los patrones de contratación y demanda por parte de los agentes públicos; ciudades pensadas para ofrecer bienestar sin generar externalidades negativas, aprovechando sus recursos  y promoviendo la implicación de sus ciudadanos y su tejido industrial.  Una agenda rompedora que obliga a plantear algo tan sencillo y atractivo como es: qué ciudad queremos para el año 2030".

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